domingo, 12 de agosto de 2007

Objetivo

" Fotografía de una escultura de Richard Serra"
Detesto hacer las cosas para algo. Aborrezco la determinación que conlleva la fijación de un objetivo o finalidad. Yo, lamentablemente funciono en gran medida de esta forma. Tras grandes porrazos, pongo medios para cambiarlo, pero lo tengo tan metido en mi cabeza... en mi sangre, que se ha convertido en una lucha conmigo mismo. Este "nuevo objetivo" está implicando cuestionar meticulosamente cada gesto, cada movimiento, cada paso, cada decisión.


El fijarse un punto, algo a lo que llegar, tiene como consecuencia frustración si no se consigue. No vives en el presente, vives en una ficción, en el siguiente paso. Si haces ésto continuamente, en el instante que lo hayas conseguido habrá aparecido otro elemento delante a perseguir.


¡Qué bueno es hacer las cosas en sí mismas! Pasa algo parecido cuando nos permitimos el lujo de juzgar una acción comparándola con otra. Las comparaciones son buenas si se quiere hacer reaccionar y en casos justificados. Pero la comprensión de algo, la comprensión total de una materia, un problema o una situación es para mí comprenderla en su más absoluta individualidad. Las relaciones son, en la mayoría de los casos, atribuciones que la mente hace para explicarlo, entenderlo, pero no para disfrutar de la cosa tal como es, en su naturaleza.


Es fantástico actuar con el corazón, no me refiero a ningún aspecto romántico, sino escuchando aquello que intuimos que es lo mejor. Cuando la intuición se nos aparece, creo que sólo a los que la damos cierta importancia, suele resultar bastante positiva.


El hombre actual tiende a controlarlo todo. No podemos, es imposible, los objetivos son una utopía creadora de deseos e infelicidad.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias Rober por ser fiel a mi blog. Es todo un placer tener un lector, asi uno sabe para quien escribe. Muchas gracias y sigue así.
un abrazo desde Brasil.

Álvaro Fernández Magdaleno dijo...

Somos como un conejo al que le ponen delante una zanahoria y la persigue sin exitodurante toda la vida, ese es nuestro destino Rober.
Un abrazo.
Álvaro

Álvaro Fernández Magdaleno dijo...

Somos como un conejo al que le ponen delante una zanahoria y la persigue sin exitodurante toda la vida, ese es nuestro destino Rober.
Un abrazo.
Álvaro

Álvaro Fernández Magdaleno dijo...

Somos como un conejo al que le ponen una zanahoria delante pero nunca la alcanza ese es nuestro destino Rober.
Un abrazo.
Álvaro

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Roberto Sanz Asensio dijo...

Gracias por los comentarios y las críticas. No he validado algunas, por otro lado muy interesantes y constructivas, por haber sido manifestadas en anonimato.
Un saludo
Gracias de nuevo

No.me.pises.que.llevo.chanclas. dijo...

La verdad es que el ser humano tenemos tendencia a proponernos siempre objetivos, de superar las barreras q impiden llgar a ellos, mas tarde cumplirlos y luego ir a por otros. Es como un pez que se muerde la cola... así de simples somos.

pero, somos felices¿? cumplir nuestros objetivos nos llevan a la auténtica felicidad? si ls objetivos no se cumplen, nos desilusionamos y nos frustramos y esto nos puede llvar a un estrés y a infravalorarnos...

es todo tan difíciL...es,como la vida misma...

un bsoooooo enormeeeeeeeee